Contemplarte
jueves, 11 de febrero de 2016
Nuestra Señora de Lourdes
“Una mujer devota de Lourdes… conoció a Bernardita en su camino [a la aparición] y le pidió como gran favor que usara su rosario cuando rezara en la gruta. Bernardita dijo: Se lo prometí… y así lo hice. Hacia el final de la aparición, la Virgen me preguntó dónde estaba mi rosario. Le respondí que lo tenía en mi bolsillo. Ella me dijo: ‘Déjame verlo’. Saqué el rosario de mi bolsillo y se lo mostré a Ella, sosteniéndolo en el aire. La Señora me dijo: ‘Usa ese’, y así lo hice… Este es un conmovedor detalle de que Nuestra Señora le ordenó a Bernardita que usara su propio pequeño rosario de dos peniques; fue un consejo de aferrarse a él que era su tesoro, y fue una lección de humildad y de amor de la pobreza, porque Dios abomina la ostentación por pura ostentación, incluso en la piedad” (Abad Francois Trochu, Santa Bernardita Soubirous, Tan Books, pp. 126-127).
Fuente: vaticanocatolico.com
miércoles, 23 de enero de 2013
PRIMEROS AÑOS
San Luis nació en Montfort, Francia el 31 de enero de 1673 de una familia muy numerosa, el siendo el mayor de 18 hermanos. Uno de ellos murió en su infancia, 3 fueron sacerdotes y 3 religiosas. San Luis sobresalía entre sus amigos por su habilidad y su extraordinaria fortaleza física. De carácter era más bien tímido y prefería la soledad.
Desde joven, San Luis tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Virgen
María. Frecuentemente lo encontraban rezando por largo rato frente a una imagen
de la Virgen. Cuando tenía suficiente edad, pidió permiso para asistir en la
misa de la parroquia en las mañanas. Como la Iglesia le quedaba a dos millas de
su casa, tenía que levantarse muy temprano para llegar a tiempo. Mientras
estudiaba con los jesuitas en Rennes siempre visitaba la iglesia antes y
después de las clases. Participó en una sociedad de jóvenes que durante
las vacaciones servían a los pobres y los enfermos incurables. Les
leían libros inspirados durante las comidas.
Pero no todo en su juventud era de color de rosas. Su padre, Jean Grignion,
tenía la fama de ser uno de los hombres más coléricos en toda la región de
Rennes. Y como Luis era el hijo mayor, era quien sentía más el peso de la
furia. Su papá constantemente lo incitaba a la ira. Ya por sí mismo Luis tenía
un temperamento tan fuerte como el de su papá, lo cual le hacía aún más difícil
soportar aquellas pruebas... Para evitar un enfrentamiento con su papá, y el
mal que su ira podría traer, Luis salía corriendo. Así evitaba la ocasión de
pecado. Era todo lo que Luis podía hacer para controlar su temperamento. En vez
de empeorar, a través de estas demostraciones de ira de su papá, Luis aprendió
a morirse a sí mismo y pudo aprender a ser paciente, dulce y crecer en virtud.
Su papá, sin quererlo le proporcionó un medio para entrar en la lucha por la
santidad a una temprana edad.
UN TOQUE DE GRACIA LO LLEVA AL SACERDOCIO
Entre los 16 y 18 años, San Luis tuvo una experiencia de Dios que marcó su vida para siempre. Ante este encuentro personal e íntimo con Dios, la vida de Luis cambió radicalmente. Se entregaba totalmente a la oración y a la penitencia, encontrando su delicia tan solo en Dios. San Luis aprendió rápidamente que lo que verdaderamente valía no eran los grandes acontecimientos en este mundo: el dinero, la fama, etc. Sino que el verdadero valor ante Dios estaba en la transformación interior.
Escribe San Luis: "Esta es la forma en que actúan las almas
predilectas. Se mantienen dentro de su casa.... o sea, mantienen sus mentes en
las verdades espirituales (y no en las de la tierra). Se aplican a la
oración mental, siguiendo el ejemplo de María, su madre, cuya mayor gloria
durante su vida era su vida interior y quien amaba tanto la oración mental.
Estas almas observan como tantos trabajan y gastan grandes energías e
inteligencia para ganar éxitos y reconocimiento en la tierra. Por la luz del Espíritu
Santo, saben que hay más gloria y más gozo, permaneciendo escondidos en Cristo
y en perfecta sumisión a María, que en hacer grandes cosas o grandes
milagros."
En 1693, a los 20 años, siente el llamado de consagrar su vida a Dios a
través del Sacerdocio. La primera reacción de su padre no era favorable, pero
cuando su papá vio la determinación de su hijo, le dio su bendición. Y así, a
finales de ese año, San Luis sale de su casa hacia París.
EL SEMINARIO
Renunciando a la comodidad de su caballo, San Luis se decidió caminar los 300 kilómetros hacia el seminario en París. Durante su camino, se encuentra con dos pobres en distintos momentos. Al primero le da todo el dinero que su padre le había entregado, quedándose con nada. Al segundo, no teniendo ya más dinero que darle, le entrega su único traje, regalo de su mama, cambiándolo por los trapos del pobre. De esta manera, San Luis marca lo que ha de ser su vida desde ese momento en adelante. Ya no se limitará a servir a los pobres, pues es ya uno de ellos. Hace entonces un voto de vivir de limosnas.
En aquella época había seminarios separados para ricos y pobres. Cuando
llega San Luis al seminario, viéndolo en tan miserable condición, los
superiores lo mandan al seminario de los pobres. Así se privó de las ventajas
ofrecida en el mejor seminario. En el seminario, San Luis fue bibliotecario y
velador de muertos, dos oficios que eran poco queridos por los demás. Más en el
plan providente de Dios le proporcionaron oportunidades de mucha gracia y
crecimiento.
Por su oficio de bibliotecario, San Luis pudo leer muchos libros, sobre
todo, libros de la Virgen María. Todos los libros que encontraba de ella, los
leía y estudiaba con gran celo. Este período llegó a ser para él, la fundación
de toda su espiritualidad Mariana.
El oficio de velar a los muertos fue también de gran provecho. Era su
responsabilidad pasar toda la noche junto con algún muerto. Ante la realidad de
la muerte que estaba constantemente ante sus ojos, San Luis aprendió a
despreciar todo lo de este mundo como vano y temporal. Esto lo llevó a atesorar
tesoros en el cielo y no en la tierra. Él llegó a reconocer que nada se debe
esperar de los que es de este mundo más todo de Dios.
Su tiempo en el seminario estuvo lleno de grandes pruebas. San Luis era
poco comprendido por los demás. No sabían cómo lidiar con él, si como un santo
o un fanático. Sus superiores, pensando que toda su vida estaba movida más bien
por el orgullo que por el celo de Dios, lo mortificaban día y noche. Lo
humillaban y lo insultaban en frente de todos. Sus compañeros en el seminario,
viendo la actitud de los superiores, también lo maltrataban mucho. Se reían de
él, lo rechazaban muy a menudo. Y todo esto San Luis lo recibió con gran
paciencia y docilidad. Es más, lo miraba todo como un gran regalo de Cristo
quién le había dado a participar de Su Cruz.
SACERDOTE
El 5 de junio de 1700, San Luis, de 27 años, fue ordenado sacerdote. Escogió como lema de su vida sacerdotal: "ser esclavo de María". Enseguida empezaron a surgir grandes cruces en su vida. Pero no se detenía a pensar en sí mismo sino que su gran sueño era llegar a ser misionero y llevar la Palabra de Cristo a lugares muy distantes.
Después de su ordenación, sus superiores no sabían aun como tratar con él.
San Luis estaba ansioso de poder empezar sus obras apostólicas. Sin embargo sus
superiores le negaron sus facultades de ejercer como sacerdote....no podía
confesar ni predicar.... y lo mantuvieron un largo rato en el seminario
haciendo varios oficios menores. Esto fue un gran dolor para San Luis, no por
los trabajos humildes sino por no poder ejercer su sacerdocio. Tenía como
único deseo dar gloria a Dios en su sacerdocio y en sus obras misioneras. Mas
como siempre, San Luis obedeció con amor.
Después de casi un año en el seminario, por fin San Luis se encontró con un
sacerdote organizador de una compañía de sacerdotes misioneros, que le invitó a
acompañarlo en otro pueblo. Sus superiores, aprovechando esta oportunidad para
salir de él, le dieron permiso. A San Luis le esperaba otra gran
decepción pues cuando llegó a la casa de los padres misioneros, vio tan grandes
abusos y mediocridad entre ellos que no le quedaba duda de que no podía
quedarse. Escribió inmediatamente a su superior del seminario pidiendo regresar
a París pero este le dijo que estaba siendo malagradecido y le hizo
quedarse. San Luis, que obedecía santamente a sus superiores, se quedó.
Aun no le daban permiso para confesar y pasaba los días enseñándoles catecismo
a los niños.
CAPELLÁN DE HOSPITAL
Después de varios meses en que se encuentra relegado, San Luis es asignado capellán del hospital de Poitiers, un asilo para los pobres y marginados. No era el apostolado que San Luis buscaba, pues su deseo era ser misionero, pero aceptó con docilidad. Cuando ya percibía los frutos llegó la prueba otra vez. Los poderosos del mundo no podían aceptar la simplicidad y naturalidad que tenía San Luis con los pobres y empezaron los ataques y la persecución. Vive, como todos los santos, el sufrimiento de Cristo.
De vuelta en París, el predilecto de la Virgen Santísima empieza a ver como
las puertas se le cerraban con rapidez. Muchos, no entendiéndolo, crean falsos
testimonios de él, desacreditándolo como sacerdote y como hombre. Es rechazado
hasta por sus amigos más íntimos. Fue tanto el rechazo contra él, que en uno de
los hospitales en que servía, su superior le puso una nota bajo su plato a la
hora de la cena informándole que ya no necesitaba de su ministerio. Hasta su
propio obispo empieza a dudar seriamente de él y dos veces lo manda a callar.
San Luis, aunque sufrió enormemente, se mantuvo firme en su fe actuando
como un santo sacerdote. Dios lo estaba purificando y fortaleciendo para
que su vida sea un amor puro a Dios y al prójimo. En su total humillación y
abandono de todos se abre cada vez más a la total conciencia de que Dios es su
único apoyo, su única defensa. El ve en esto una nueva oportunidad de abrazar
su determinación de vivir en plena pobreza, tanto espiritual como física.
También llega a entender que la razón de los ataques es la doctrina Mariana que
enseña. Primero porque Satanás no la quiere y segundo porque la
humanidad no está dispuesta a abrazar sus enseñanzas.
RECURSO AL PAPA QUIEN LE HACE MISIONERO
San Luis decide, en el año 1706, recurrir al Santo Padre, el Papa Clemente XI. Quería saber si en verdad estaba errado como todos decían o si cumplía la voluntad de Dios, lo cual era su único deseo. Se logra el encuentro y San Luis recibe del papá la bendición y el título de Misionero Apostólico.
Durante su vida apostólica como misionero, San Luis llegará a hacer 200
misiones y retiros. Con gran celo predicaba de pueblo en pueblo el
Evangelio. Su lenguaje era sencillo pero lleno de fuego y amor a
Dios. Sus misiones se caracterizaban por la presencia de María, ya que
siempre promovía el rezo del santo rosario, hacía procesiones y cánticos a la
Virgen. Sus exhortaciones movían a los pobres a renovar sus corazones y, poco a
poco, volver a Dios, a los sacramentos y al amor a Cristo Crucificado. San Luis
siempre decía que sus mejores amigos eran los pobres, ante quienes abría de par
en par su corazón.
FUNDADOR
Un año antes de su muerte, el Padre Montfort fundó dos congregaciones -- Las hermanas de la Sabiduría, dedicadas al trabajo de hospital y la instrucción de niñas pobres, y la Compañía de María, misioneros. Hacía años que soñaba con estas fundaciones pero las circunstancias no le permitían. Humanamente hablando, en su lecho de muerte la obra parecía haber fracasado. Solo había cuatro hermanas y dos sacerdotes con unos pocos hermanos. Pero el Padre Montfort, quien tenía el don de profecía, sabía que el árbol crecería. Al comienzo del siglo XX las Hermanas de la Sabiduría eran cinco mil con cuarenta y cuatro casas, dando instrucción a 60,000 niños.
Después de la muerte del fundador, la Compañía de María fue gobernada
durante 39 años por el Padre Mulot. Al principio había rehusado unirse a
Montfort en su trabajo misionero. "No puedo ser misionero",
decía, "porque tengo un lado paralizado desde hace años; tengo infección
de los pulmones que apenas me permite respirar, y estoy tan enfermo que no
descanso día y noche." Pero San Luis, inspirado por Dios, le
contestó, "En cuanto comiences a predicar serás completamente
sanado". Así ocurrió
SUS VIRTUDES
Los santos son hombres que aman con todo el corazón y el corazón da fruto en virtud. Los frutos no se dan sin la entrega y el sacrificio perseverante. San Luis Grignion de Montfort es un hombre de oración constante, ama a los pobres y vive la pobreza con radicalidad, goza en las humillaciones por Cristo.
Algunas anécdotas:
En una misión para soldados en La Rochelle, estos, movidos por sus palabras, lloraban y pedían perdón por sus pecados a gritos. En la procesión final un oficial caminaba a la cabeza descalzo, llevando la bandera. Los soldados, también descalzos, seguían llevando en una mano el crucifijo y en la otra el rosario mientras cantaban himnos.
Cuando anunció su plan de construir un monumental Calvario en una colina
cercana a Pontchateau, muchos respondieron con entusiasmo. Por quince meses,
entre doscientos y cuatrocientos campesinos trabajaron diariamente sin
recompensa. Cuando la magna obra estaba recién terminada, el rey ordenó
que todo fuese destruido. Los Jansenistas habían convencido al gobernador
de Bretaña que se estaba construyendo una fortaleza capaz de ayudar a una
revuelta. El padre Montfort actuó con una gran paz ante la
situación. Solo exclamó: "Bendito sea Dios".
-En una ocasión, cuando el obispo lo había mandado a callar, San Luis
obedientemente se retiró en oración. Fue durante ese tiempo que escribió "A
los amigos de la cruz”, un fabuloso tratado que enseña la necesidad y la
práctica de llevar la cruz.
-Los Jansenistas (seguidores de Jansenio que terminaron en herejía),
irritados por los éxitos del padre Montfort, logran por medio de intrigas que
se le expulse del distrito en que daba una misión.
-En La Rochelle trataron de envenenarlo con una taza de caldo y, a pesar
del antídoto que tomó, su salud fue dañada permanentemente.
-En otra ocasión trataron de asesinarlo cuando caminaba por una estrecha
calle. El tuvo un presentimiento de peligro y escapó por otra calle.
¿Y CUÁL ES LA ESPIRITUALIDAD TAN ATACADA?
¿Y CUÁL ES LA ESPIRITUALIDAD TAN ATACADA?
La espiritualidad de San Luis María sigue hoy día siendo amada por el Papa y perseguida por muchos aun de la Iglesia. Es porque enseña un camino muy claro y exigente que no permite ambigüedades ni medias tintas. El amor lo reclama todo.
La espiritualidad de San Luis María de Montfort se basa en dos fundamentos:
1-Reproducir la imagen de Cristo Crucificado en nosotros.
2-Hacerlo a través y por medio de nuestra consagración a María como esclavo de amor.
En otras palabras: vivir la Cruz Redentora a través de María.
1-Reproducir la imagen de Cristo Crucificado en nosotros.
2-Hacerlo a través y por medio de nuestra consagración a María como esclavo de amor.
En otras palabras: vivir la Cruz Redentora a través de María.
Toda la vida de S. Luis fue centrada sobre un deseo: La adquisición de
la Sabiduría Eterna que es Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo de María.
Optó por una condición radical de vida formulada como "La santa
esclavitud" o la esclavitud voluntaria de amor a la Virgen Santísima para
llevarnos a la de Cristo. A ella le entregamos cuerpo y alma para que haga con
nosotros lo que quiera pues todo lo que ella quiere es de Dios. La Virgen,
Gestora de Cristo, pasa a ser la que dispone de nosotros.
Es una vía de perfección y unión, de ascética radical y de misticismo
dentro del corazón de María Santísima. Enseña que el alma abandonada en las
manos de la Madre es unida a la obediencia del Hijo. Esta entrega es
total cuando el alma se separa de todo apego terrenal y así es reengendrada en
el seno de María donde se encarnó Jesús. Llega a ser así perfecta imagen
de Dios quien escogió ser obediente hasta la Cruz.
San Luis no ve en María una simple devoción piadosa y sentimental, sino una
devoción fundada en teología sólida, la cual proviene del misterio inefable de
lo que Dios ha optado realizar por su mediación y por su perfecta docilidad a
esa obra. Esto es muy importante, ya que es este desarrollo lo que ha hecho
posible la revolución teológica que causó S. Luis de Montfort.
.
ESCRITOS
San Luis dio a la Iglesia las obras más grandes que se han escrito sobre la Virgen Santísima: El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, el Secreto de la Virgen, y El Secreto del Rosario. A estos se añade "A los amigos de la cruz". La Iglesia ha reconocido sus libros como expresión auténtica de la doctrina eclesial. El Papa Pío XII, quién canonizó a San Luis dijo: "Son libros de enseñanza ardiente, sólida y autentica."
MUERTE Y CANONIZACIÓN
-San Luis murió en Saint Laurent sur Sevre el 28 de Abril de 1716, a la edad de 43 años.
-Fue beatificado en 1888 y canonizado el 20 de Julio de 1947.
-Es venerado como sacerdote, misionero, fundador y sobre todo, como Esclavo de la Virgen María.
Sobre la tumba de San Luis de Monfort dice:
¿Qué miras, caminante? Una antorcha apagada,
un hombre a quien el fuego del amor consumió,
y que se hizo todo para todos, Luis María Grignion Monfort.
-¿Preguntas por su vida? No hay ninguna más íntegra,
-¿Su penitencia indagas? Ninguna más austera.
-¿Investigas su celo? Ninguno más ardiente.
-¿Y su piedad Mariana? Ninguno a San Bernardo más cercano.
Sacerdote de Cristo, a Cristo reprodujo en su conducta, y enseñó en sus palabras.
Infatigable, tan sólo en el sepulcro descansó, fue padre de los pobres, defensor de los huérfanos,
y reconciliador de los pecadores.
Su gloriosa muerte fue semejante a su vida. Como vivió, murió.
Maduro para Dios, voló al cielo a los 43 años de edad.
miércoles, 17 de octubre de 2012
O MI IESU
Al final de cada misterio del Santo Rosario, después del Gloria Patri, dígase:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
En latín:
O mi Iesu, peccata nostra dimitte nobis, ab igne inferni defende nos; perduc in coelum ómnium ánimas, eorum imprímis qui máxime misericordia Tua índigent.
domingo, 7 de octubre de 2012
Papa San Pío X
Papa San Pío X, Acerbo nimis, # 2, 15 de abril de 1905: “Y por eso Nuestro
predecesor Benedicto XIV escribió justamente: ‘Declaramos que un gran
número de los condenados a las penas eternas padecen su perpetua desgracia por
ignorar los misterios de la fe, que necesariamente se deben saber y creer para
ser contados entre los elegidos’”
Toda persona por
sobre la edad de la razón, debe tener un conocimiento positivo de estos
misterios de la fe para salvarse. No hay excepciones. Y esta verdad de la fe
católica es la razón de por qué tantos Papas y santos enseñaron que cada
miembro de la masa de la humanidad que vive en la ignorancia de Cristo está
bajo el dominio del diablo y no se salvará, a menos que se incorpore a la luz
admirable de Cristo por la fe y el bautismo.
Fuente: www.vaticanocatolico.com/fuera_de_la_iglesia_no_hay_salvación
LA VIRGEN DEL ROSARIO
Santo Domingo recibe de manos de la Virgen el Santo Rosario
La Madre de Dios, en persona, le
enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara
esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la
Fe. Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia
para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía
albingense. Ésta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El
bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia,
para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por
tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es
Dios. También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de
Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y
creencias.
Durante años los Papas enviaron
sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho
éxito. También había factores políticos envueltos. Domingo trabajó por años en
medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y
sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser
ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos.
Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas.
Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la
Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra
Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada. La Virgen
se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a
Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que
muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias. Domingo salió
de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y
con gran éxito porque muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Lamentablemente la situación
entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual
hizo que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del
ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las
tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más
importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un
verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De
Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.
Un creciente número de hombres se
unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre,
Domingo formó la Orden de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran
celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la
orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria
de Dios y de la Virgen. El rosario se mantuvo como la oración predilecta
durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se
apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen
le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los
milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto.
Domingo referentes al rosario.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)